Las actuales manifestaciones en la provincia de Cataluña tienen como combustible el reciente fallo judicial en contra de 9 de los 12 políticos involucrados en el más reciente movimiento independentista de la región. Sus cargos les han valido 13 años de cárcel y 13 años más de inhabilidad para ejercer cargos públicos; pero, ¿de dónde viene este movimiento independentista?, ¿Qué impulsa a un sector de la comunidad catalana a ser un país independiente?
La crisis financiera española de 2008 habría alimentado el movimiento independentista
Durante 2008, España se enfrentó a una crisis financiera que le costó la implantación de políticas de recortes en gastos públicos que afectarían al régimen de Cataluña; para los analistas, esto fue uno de los elementos que reforzó los movimientos separatistas, junto a una reforma en 2010 de un estatuto legal que le otorgaba peso financiero a la provincia.
Cataluña siempre fue una región que gozó de privilegios que le hacían ser una región autónoma, diferenciada de las demás provincias por tener su propio idioma y una identidad cultural definida. Durante la guerra civil española, Cataluña perdió su autonomía mientras estuvo el régimen militar del líder Francisco Franco, que luego de su muerte luego de 40 años, seria recuperada según las cláusulas de la constitución de 1978.
En 2006 se incluyó un estatuto que aumentaría el peso financiero de la provincia de Cataluña, la cual también la describiría como una nación, situación similar a la que ocurre con la localidad de Quebec, en Canadá. En opinión generalizada, la región catalana considera que se envía demasiados recursos a las partes más pobres de España y la crisis financiera reforzó esta percepción.
España considera el movimiento separatista como ilegal
El gobierno español se opuso recientemente a entablar negociaciones con los líderes separatistas, pues consideran que el movimiento en general no está apoyado por la mayoría de la población catalana como lo hizo ver el expresidente Carles Puidgemont. El referéndum realizado en octubre de 2017, afirma que el 90% de los participantes estaban a favor de la independencia.
Sin embargo, hay que considerar que hubo un 43% de abstención, por lo cual, el referéndum no está reflejando el deseo general de la población sino de un porcentaje. La población que no participó se componen de ciudadanos que habrían expresado abiertamente estar en contra del movimiento independentista.